Puig de Randa, un oasis espiritual en el corazón verde de Mallorca

A nivel del mar Mediterráneo y en el centro del archipiélago de las baleares se localiza la isla española de Mallorca, la más grande del país y a la vez la de mayor población de las islas baleares; antes se le llamaba “La isla de la calma”. Su capital es Palma de Mallorca, la cual consta de varias Sierras y 2 Puig o puntos más altos de la isla, uno de los cuales es el Puig de Randa, con 546 m de altura.

Mallorca invita a los turistas a la relajación, a los amantes de la naturaleza, de la meditación y del yoga; sobre todo los días de primavera, gracias a los espacios de los cuales dispone para un retiro, y poder hacer así conexión con la madre Tierra. Además, es uno de los destinos llamados “mindfulness”, es decir, un lugar que, aparte de conocerlo, te aporta algo para tu vida; también llamado turismo consciente.

A Puig de Randa también se le conoce con el nombre de “La Montaña de los Monasterios”, y se localiza a pocos Km del noreste del pueblo de Llucmayor, que significa bosque mayor; a nivel de los pies del monte de Randa. El cual pertenece al municipio de Algaida, del cual vamos a partir para llegar a Randa. 

¿En qué parte de la isla se localiza Algaida?

Algaida significa en árabe “la base”, y se ubica a un poquito más de 20 Km de Palma de Mallorca. Tiene varios puntos a destacar, entre ellos sus bodegas de vino, ya que es una actividad de mucha importancia para la zona. 

Igualmente encontramos el museo de vidrio de la familia Gordiola, actividad que data desde 1719, manteniendo esta tradición de soplar el vidrio durante 8 generaciones y desde hace 3 siglos. La Unesco, en el 2021, los incluyó en las “Manifestaciones Representativas del Patrimonio Cultural Inmaterial”.

Seguimos nuestra ruta hacia Randa:

Seguimos hacia una pequeña pedanía o distrito de Algaida llamado Randa, población de apenas 100 habitantes y que tiene su historia relacionada a los monasterios que se localizan en Puig de Randa y que datan del siglo XIII. Lugar de retiro tanto de peregrinos como de monjes desde ese entonces; y hoy día para el turismo consciente. 

Para subir a la cima se hace mediante una carretera que va por la falda de la montaña, serpenteando su forma bien sinuosa, pero con hermosas vistas. Se deben recorrer unos 5 Km; además, esta carretera es popular para los ciclistas; pero si lo prefiere, el ascenso se puede realizar caminando, por una ruta para senderismo. En el camino de este ascenso vamos a encontrar un complejo muy bien diseñado de monasterios.

Hablemos de los 3 famosos monasterios:

Entonces, subiendo por esta montaña nos vamos a encontrar primero con el Santuario de Nuestra Señora de Gracia, y un poco más adelante con la Ermita de Sant Honorat; más arriba, al final de la cima, está el Santuario de Nuestra Señora de Cura. Este último también posee un restaurante y una hospedería, además de los increíbles miradores desde donde se puede observar prácticamente toda la isla. Vamos a analizar los monasterios uno por uno:

Más o menos a mitad de la subida nos encontramos con el Santuario de Gracia, el más pequeño de los 3 monasterios, el cual se construyó en el siglo XVI, incrustado en este acantilado. Su nombre se debe a la virgen del mismo nombre, como un agradecimiento porque acabó con la plaga de ese entonces. Antonio Gaudí participó en esta restauración del santuario, en donde se pueden observar a nivel interno muchas obras artísticas. 

Si seguimos más adelante nos encontramos con la Ermita de Sant Honorat del siglo XIV; es decir, es más antigua que la anterior y fue levantada gracias a la petición de un noble caballero llamado Arnau Desbrull, que por su propia decisión se quiso retirar y vivir como ermitaño. Desde esta altura se puede observar parte del Santuario de Gracia, las llanuras de Llucmajor y la isla de la Cabrera.

Tanto este santuario como el anterior te invitan al recogimiento y a la meditación, ya que son lugares muy silenciosos y tranquilos; además, sus vistas te llenan de una gran paz y tranquilidad al ver cómo la naturaleza se expresa cada día. Finalizando la cima nos encontramos con el último Santuario de Cura, el cual se considera el más importante de todos. 

Esto es debido a que el catalán Ramon Llull, un insigne de las letras en el siglo XIII, encontró un refugio en este lugar y posteriormente abrió la escuela que impulsa el peregrinaje, pues el lugar era ideal para la oración y el estudio. Al punto en que en 1588 tuvieron 150 alumnos, pero esta escuela culminó su existencia en 1826. 

Posteriormente fueron los franciscanos en el siglo XX que tomaron el lugar y fue restaurado, con la idea de mantener el culto a la Virgen de Cura y hacer del conocimiento a las nuevas generaciones sobre Ramón Llull. 

Una curiosidad bien interesante es que la palabra Cura parece tener varias interpretaciones. Entre ellas, Cura tiene el significado de “Cuidado” y cuentan los expertos que esto quiere decir que se debía cuidar tanto a los estudiantes como a los niños que iban a instruirse en este lugar. 

Igualmente, en la Capilla del Santuario del siglo XVI hay una inscripción con la siguiente explicación del nombre de Cura: “En el nombre de Ntro. Sr. Jesucristo y de su Gloriosísima Madre María, bajo el título y sobrenombre de Cura, queda instituida la presente capilla, la cual Virgen se digna a curar las almas y los entendimientos de los cristianos y los habitantes del presente Reino”

En este Santuario también podemos disfrutar del Museo que ha dejado Ramón Llull, en las dependencias antiguas del colegio luliano. Libros, objetos religiosos, manuscritos y temas relacionados con el culto lulismo, la pintura, entre otros. Igualmente, si le provoca quedarse, desde 1970 hay una Hospedería con todas las comodidades, ya que las habitaciones han sido reformadas y cuenta con un restaurante.

La Leyenda sobre esta montaña:

La leyenda que se oye en el pueblo, según los expertos, es que esta cima se apoya y se eleva sobre unas columnas de oro, las cuales están resquebrajadas, excepto una de ellas. Por tanto, cuando esta última también se resquebraje, posiblemente el mar Mediterráneo la absorba y después también a todo el resto de la isla; pero es solo una leyenda.

Mientras tanto, el sitio sigue siendo un retiro espiritual que le ayudará a relajarse, a respirar aire limpio y fresco, a caminar por la naturaleza y, por supuesto, un encuentro consigo mismo; al igual que le sirvió a muchos ermitaños, monjes y caballeros en la antigüedad.

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