Dicen que Lisboa es una caja de sorpresas: abres una y ya quieres ver las 49 restantes. A mí me pasó. Llegué con ganas de pastéis y me fui con piernas de acero por tanta cuesta, pero también con esa sensación rara de “no sé qué que engancha”. Si la recorres con calma (y con hambre), la ciudad te adopta. Te cuento, como a un amigo, las 50 cosas que más valen la pena y cómo encajarlas sin pagar el “impuesto de las cuestas”.
Empieza aquí: cómo moverte sin pagar “el impuesto de las cuestas”

- Tranvía 28
Clásico amarillo de madera por dentro; atraviesa Alfama y Chiado. En verano va como sardina enlatada. Tip: súbete temprano o en sentido menos popular para pillar asiento. - Funicular da Bica
Sube una de las cuestas más fotogénicas hacia el Bairro Alto. Lo uso cuando la energía flaquea y aún queda ciudad por delante. - Funicular da Glória
Conecta Restauradores y São Pedro de Alcântara. Perfecto para enlazar miradores sin despeinarse. - Elevador de Santa Justa
Postales desde su plataforma. Truco: entrar por el Convento do Carmo y salir al elevador suele ahorrar espera. - Ferry a Cacilhas
Mi plan favorito al atardecer: cruzar el Tajo barato y ver Lisboa encenderse desde la otra orilla. - Tranvía 15E a Belém
La vía rápida hacia los monumentos de los Descubrimientos. Si hay cola, bus alternativo y listo.
La Baixa y Chiado: postales clásicas que sí valen la pena
- Praça do Comércio
La entrada monumental de Lisboa junto al Tajo. Si te sientas un rato, entenderás el ritmo de la ciudad. - Arco da Rua Augusta
Sube al mirador para una vista frontal de la Baixa. Mejor con luz suave de tarde. - Rua Augusta
Calle peatonal para vitrinear y picar algo. Si cae antojo, yo paro por un bacalhau o un café rápido. - Rossio (Praça Dom Pedro IV)
Suelo ondulado, edificios elegantes y tranvías al fondo. Lisboa resumida en una escena. - Elevador de Santa Justa (vista desde arriba)
Aunque ya lo subiste, aquí la gracia es mirarlo: puro steampunk plantado en medio del casco histórico. - Convento do Carmo
Ruinas góticas que recuerdan el gran terremoto. Silencio, piedra y cielo. - Café A Brasileira, Chiado
Café con Pessoa en la puerta. Foto obligatoria y charla sin prisa.
Alfama y Mouraria: donde el fado te encuentra en una esquina
- Sé de Lisboa
La “abuela” de las iglesias lisboetas. Entro, respiro, y sigo cuesta arriba. - Castelo de São Jorge
Fortaleza y vistas anchas. Ve con calma: la recompensa es mirar la ciudad sin filtros. - Miradouro Portas do Sol
La postal. Tranvías, tejados, el Tajo. Si vienes temprano, lo disfrutas casi en silencio. - Miradouro de Santa Luzia
Azulejos, buganvillas y músicos ambulantes. Para mí, Lisboa en una terraza. - Miradouro da Senhora do Monte
El rey de los atardeceres. Es el que yo no me salto nunca. - Tasquinhas con fado en Alfama
Elige locales pequeños, con pocas mesas y guitarras portuguesas, y evita “menús con espectáculo” demasiado guionizados. - Mouraria y su arte callejero
Barrio con alma, origen del fado. Menos turístico, más auténtico.
Miradores que te roban un “wow” sin pedir permiso
- São Pedro de Alcântara
Balcón a la ciudad con panel de azulejos para ubicar lo que ves. - Jardim do Torel
Pequeño, tranquilo, ideal para descansar entre cuestas. - Miradouro de Santa Catarina
Ambiente joven, música en vivo y vistas al puente. Plan fácil para el atardecer. - Miradouro Sophia de Mello Breyner Andresen (Graça)
Vecinos, cafetería y mirada directa al castillo. Yo me quedo por el café y la calma. - Panorámico de Monsanto
Antiguo restaurante circular, ahora mirador urbano 360º. Fotos muy distintas a la postal típica. - Miradouro da Penha de França
Desconocido y amplio. Si te gusta sentirte local, ven aquí.
Belém sin colas: historia grande y pasteles aún más grandes
- Mosteiro dos Jerónimos
Manuelino de boca abierta. Si madrugas, entras sin esperar. - Torre de Belém
Guardiana del Tajo. Rodearla es casi tan bonito como entrar. - Padrão dos Descobrimentos
Homenaje a navegantes; sube para vistas de río y ciudad. - Rosa de los Vientos
Mapa-mundi a tus pies. Foto fácil, historia en mosaico. - Pastéis de Belém
Calientes, canela y azúcar glas. Yo los “pierdo” en el camino de vuelta, siempre. - MAAT (Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología)
Edificio en forma de ola: se sube, se pasea y se mira el Tajo.
Dónde comer en Lisboa: mis paradas favoritas
Guarda esta mini-lista y tendrás desayuno, cena con fado y planazo al atardecer sin perder tiempo buscando.
Arte y creatividad a orillas del Tajo
- LX Factory
Antigua zona industrial convertida en espacio creativo. Grafitis, tiendas y mucha foto. - Ler Devagar
Librería con alma dentro de LX Factory. Subo a su pasarela y hojeo sin prisa. - Bordalo II
Animales gigantes hechos con basura reciclada: arte que te para en seco. - Village Underground
Contenedores y buses convertidos en cowork y cafés, bajo el puente.
Sabores de Lisboa que hacen amigos
- Bifana
Bocadillo clásico de cerdo marinado. Con una Super Bock helada, felicidad. - Bacalhau à Brás
Bacalao desmigado, patata paja y huevo. Reconforta después de una caminata. - Sardinhas assadas
En verano, la ciudad huele a parrilla. Pídelas con patatas y ensalada. - Arroz de marisco
Para compartir, abundante y sabroso. Ideal en mesa larga. - Mundo Fantástico da Sardinha
Tienda espectáculo: latas por años, luces y risas. Curiosa y muy fotogénica.
La Lisboa moderna que también engancha
- Parque das Nações
Paseo largo junto al río, arquitectura contemporánea y aire marinero. - Oceanário de Lisboa
Uno de los mejores acuarios que he visitado. Su tanque central te hipnotiza. - Telecabina del Parque
Trayecto corto para vistas nuevas del Tajo y la zona moderna.
Puentes, veleros y una escapada que parece de cuento
- Puente 25 de Abril
El “primo” del Golden Gate. Desde la orilla, la escala impresiona. - Cristo Rei
Cruza el río y sube al mirador. Lisboa se hace maqueta bajo tus pies. - Paseo en velero al atardecer
Plan romántico o de amigos; la ciudad se tiñe de dorado y el reloj se para. - Cacilhas y Ponto Final
Cena con Lisboa enfrente. Pataniscas y cielo naranja: yo siempre repito. - Sintra en tren
Fácil desde Rossio. Bosques, palacios, niebla y magia. - Quinta da Regaleira
Pozo iniciático y jardines de cuento. Tanto si vas por lo místico como por la foto, merece la escapada.
Itinerarios para encajar las 50 cosas sin perder el aliento
— Lisboa en 1 día
Mañana: Baixa y Chiado (7–13) con pausa café en A Brasileira.
Tarde: Alfama y miradores (14–19, 21).
Atardecer: ferry a Cacilhas (5) o Senhora do Monte (18).
Noche: fado auténtico en tasquinha pequeña (19).
— Lisboa en 2 días
Día 1 igual que arriba.
Día 2: Belém (27–32) con tranvía 15E (6). Vuelve por LX Factory (33–36) para merendar y callejear.
— Lisboa en 3 días
Suma Parque das Nações (42–44) por la mañana y, por la tarde, velero (47). Reserva la escapada a Sintra (49–50) si te apetece castillos y jardines.
Pequeños trucos que me funcionan
Llegar temprano a Belém y a los miradores más populares. Combinar funiculares con tramos a pie para no “pagar” todas las cuestas. Guardar un atardecer para Cacilhas y otro para Senhora do Monte. Y, por favor, pastéis calientes siempre que puedas.
Antes de irte, una última postal
Yo también pensé que “50 cosas” era demasiado, hasta que Lisboa me enseñó que cada cuesta trae una recompensa: una plaza que te abraza, una guitarra que te pellizca o un pastel que te quita las prisas. Si te dejas llevar, la ciudad te cuenta su historia en voz baja, entre tranvías que crujen y azulejos que brillan. Cuando cruces de vuelta el río y mires la ciudad desde Cacilhas, entenderás ese “no sé qué que engancha”. Y, con un poco de suerte, volverás con ganas de abrir otras 50 sorpresas.


